Jon Bon Jovi se desnuda como nunca en el documental de más de cinco horas que se estrena por los 40 años de una de las grandes bandas de la historia, con confesiones, por ejemplo, sobre la pérdida de voz o la marcha de Richie Sambora.
«Diez años después aún no lo he asumido», reconoce en el cuarto y último capítulo de esta producción que desde este viernes está disponible en el catálogo de Disney+ bajo el título de ‘Thank You, Goodnight: La historia de Bon Jovi’.
Desde los humildes orígenes de la banda en Nueva Jersey (EEUU) hasta las reflexiones de su vocalista hace solo unos meses, transcurrido un año de su operación en las cuerdas vocales, pocos detalles se escapan en una narración tan exhaustiva que en algunos momentos solo será del gusto de sus seguidores más acérrimos.
Uno de sus mayores atractivos es el hecho de haber contado con las voces fundamentales de ese relato, incluido un Sambora que, en un momento dado, llegó a reivindicar que era «algo más que el guitarrista a sueldo» de Bon Jovi.
Uno de los grandes motores de la narración lo constituye su estampida en 2013 de las filas de la banda que había ayudado a elevar con sus aportaciones a letras, melodías, voces y como uno de los músicos más virtuosos de la historia a las seis cuerdas; sin mediar explicaciones, dejó tirado al grupo en el avión que debía conducirles al primero de los 80 conciertos de su inminente gira.
«No me arrepiento de haberlo dejado, pero sí de cómo lo hice», reconoce más de una década después en esta serie documental, antes de pedir disculpas a sus compañeros y a los «fans» del grupo, muchos de los cuales nunca llegaron a aceptar la incorporación de Phil X para suplirle.
Afirma que «Jon y el grupo sabían por qué» no se subió a aquel avión y cita el desgaste de un matrimonio de 30 años con sus compañeros y lo difícil que se le hacía haberse pasado todo ese tiempo fuera de casa justo cuando su única hija cumplía la mayoría de edad.
Frente a ese testimonio, el líder del grupo admite que durante mucho tiempo pensó que la huida de Sambora era culpa suya y asegura que en todo este tiempo no han hablado sobre el tema. «¡Y mira que lo he intentado!», exclama, antes de confesar que aún no perdió la esperanza de su vuelta.
No es el único momento de vulnerabilidad que exhibe el carismático vocalista, que desde el primer capítulo comparte con frustración que desde ese fatídico año de 2013 su garganta no volvió a estar a la altura de las expectativas.
Llegaron después una crisis de varios años en la que no era capaz «ni de mirar la guitarra» y una pandemia que paró en seco el mundo. Cuando las cosas parecían reencaminarse, su mujer Dorothea lo confrontó tras un concierto en Nashville (EEUU) que él pensaba que había salido a pedir de boca: «No ha estado genial y es hora de dejarlo».
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