En la parroquia 11 de Abril, extiende su brazo peligroso la calle Buena Vista, arteria vial del barrio Renny Ottolina que comunica con sectores emblemáticos como 25 de Marzo, Las Américas, Bella Vista y Río Claro. Aquí, a pocos metros de sus moradas, una cárcava crece sin pausa, amenaza constante que arrecia con cada lluvia.
Hace más de 30 años, esta comunidad se formó con el sueño común de sus residentes, tener un techo propio y una vida digna. Muchos vencieron con una vivienda construida por la Gran Misión Barrio Nuevo, Barrio Tricolor, durante la gestión del exgobernador Francisco Rangel Gómez. Otros, sin embargo, quedaron varados en un limbo, con las lozas puestas a un lado del rancho, aguardando un futuro que parece detenido.
Los vecinos de Buena Vista compartieron su decepción profunda. Con una mezcla de nostalgia y frustración, relataron cómo sucesivas administraciones, tanto estatales como municipales, incumplieron promesas de embalar la cárcava que poco a poco se convierte en una amenaza. “El tiempo se detuvo en esta comunidad”, dijeron, fatigados pero firmes, clamando justicia.
El peligro no es solo físico, es colectivo y social. La catarata de agua que cruza la calle en temporadas lluviosas arrastra escombros, amenazando especialmente a los niños que juegan en el entorno. Una voz quebrada recordó el triste episodio de una niña hallada muerta a principios de 2025 en la misma zona, un dolor que aún permanece sin respuestas claras.
Más de 30 años de soledad
Margarita Naranjo rememora con tristeza sus 25 años viviendo en la calle Buena Vista. A pesar del tiempo transcurrido, esta calle permanece igual que cuando llegó; lo único tangible que la comunidad ha logrado a duras penas es la instalación de una red de aguas negras. Sin embargo, el suministro de agua potable sigue siendo un gran desafío.
“El agua llega a la tubería cada tres días y por algunas horas. Tenemos que apresurarnos a llenar tobos, tambores y otros recipientes para poder tener agua para lavar y hacer los quehaceres del hogar”, relata Margarita, reflejando la cruda realidad de muchos vecinos.
El agua que reciben no es apta para consumo humano, por lo que deben comprar el agua potable a camiones cisternas, cuyo costo diario les resulta inaccesible debido al aumento constante del costo de la vida.
Esta situación pone en evidencia la persistente precariedad del servicio de agua potable en San Félix y otros sectores aledaños, donde, aunque ha habido avances superficiales, la mayoría de la población enfrenta un abastecimiento irregular y agua de calidad cuestionable.
Vecinos como Margarita piden urgentemente que las autoridades gubernamentales actuales visiten la comunidad, escuchen sus necesidades y prioricen soluciones que permitan vivir dignamente en un barrio que lleva décadas esperando respuestas.
Te puede interesar 👇
Comunidad Brisas de Caruachi: 30 años olvidada y construyendo sin apoyo oficial
Equipos de protección se activaron para hacer la remoción de árbol caído en El Merecure
Huecos, daños y oscuridad afectan las vías alternas de la Av. de Los Trabajadores